ENDRINO

 ENDRINO, barrera a los radicales libres








Llaman la atención en otoño, que es cuando maduran, unos frutos carnosos, de color azul grisáceo y del tamaño de un garbanzo, que emergen de entre una maraña de ramas espinosas, que dificultan su cosecha. Son las endrinas, los frutos del endrino, un arbusto emparentado con los cerezos, que aparece en márgenes de bosques, setos y prados algo húmedos formando agrupaciones densas y a veces casi impenetrables. Es común en toda la mitad norte de la península, en montañas de la mitad sur y también en el norte de Baleares. Es un arbusto de hasta dos metros de alto, muy ramificado, con las hojas elípticas, dentadas, flores blancas, solitarias y frutos esféricos. Florece en marzo y abril y los frutos maduran a finales del verano o en otoño. Se ha usado bastante en jardinería, para la formación de barreras vegetales.

Con fines medicinales se cosechan los frutos, las flores y también, aunque en menor medida, las hojas y la corteza. Las endrinas han sido consumidas por el ser humano desde la antigüedad, como lo demuestran restos encontrados en excavaciones neolíticas. Los frutos contienen sacarosa, pectina, antocianina, carotenoides, ácidos orgánicos y taninos, todo lo cual les confiere virtudes antioxidantes, astringentes, antidiarreicas y antihemorrágicas. Las flores y hojas contienen, por su parte, vitamina C, glucósidos y flavonoides. Y en oposición a los frutos, se las considera ligeramente laxantes, además de diuréticas y vitamínicas. 

Ya el médico griego del siglo I Dioscórides Pedani recoge en su mítico libro Materia médica, que las endrinas “secas después de maduras, cocidas en arrope, son más confortativas de estómago y tienen mayor virtud  de restreñir el vientre” que las ciruelas.

Estos frutos, sin embargo, funcionan mejor para atajar diarreas y una buena posibilidad de beneficiarse de su eficacia es tomándolos frescos, mezclados en el yogur, 5 o 6 frutos de una vez, pero también en zumo, con limón, o bien deshidratados, que es como se comerciaiizan en muchos herbolarios. Font i Quer nos habla de un jarabe, que se prepara con medio kilo de endrinas y otro tanto de azúcar. Se calienta en agua, dejando que hierva un cuarto de hora, se filtra a través de un paño, apartando las brozas que queden, y el líquido, resultante, de un característico color rojo vivo, se puede tomar solo o mezclado con agua, para acabar con episodios de diarrea. Las endrinas son además antioxidantes, como sucede con la mayoría de los frutos azules del bosque y su consumo regular, por tanto, puede ayudar a frenar la acción de los radicales libres sobre el organismo.


FRENO AL SANGRADO BUCAL


Las flores del endrino, por su parte, se pueden tomar en infusión en ayunas, como un laxante muy suave, apto para los más pequeños o bien como diurética, en tal caso mezclado con otras hierbas diuréticas como la fumaria. Con la corteza y las hojas, preferentemente asociadas a otras plantas que refuercen su acción como la bardana o la travalera, se prepara una decocción útil como apoyo en la diabetes. 

Por vía tópica la decocción de la corteza –y también de los frutos- se aplica como astringente para limpiar heridas o sobre rasguños y contusiones, y en forma de gargarismos o colutorio, para frenar el sangrado bucal, para combatir la gingivitis y la faringitis. 

Como es bien sabido las endrinas se utilizan en la elaboración del conocido licor navarro pacharán –una maceración en anís-. Y se usan también para preparar mermeladas, confituras y batidos. 


Publicado en Cuerpomente

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