HISOPO

 HISOPO, el mejor aliado de los pulmones


Planta aromática, apreciada en cocina y perfumería, el hisopo destaca por sus virtudes expectorantes y mucolíticas, que hacen de él un bálsamo para tratar la congestión pulmonar y las alergias. 











Desde finales de agosto y durante septiembre y octubre, los collados y matorrales secos de la mitad este de la península, por encima de los 800 metros de altitud, se cubren de azul con la floración de una mata leñosa muy aromática, el hisopo Hyssopus officinalis. Su delicada fragancia ha hecho de ella una planta muy apreciada en jardinería, perfumería y aromaterapia, y se cultiva también en viveros, a través de diversas variedades. El hisopo, presente también en Grecia y bien conocido por los antiguos sabios, era tenido casi por una panacea. Decía Dioscórides que el hisopo tiene “la virtud de adelgazar y de calentar”, y proponía un remedio, cocido con higos, ruda y miel, para curar ”la estrechura de pecho, la tos antigua, el asma y el catarro”.

Es el hisopo una mata densa y ramificada, de unos 60 cm de alto, con la hojas estrechas, lineales y flores de color azulado. Con fines medicinales se cosechan las sumidades floridas, en el momento álgido de su floración. Su principal componente bioquímico es el aceite esencial, con tuyona, canfona y alfa pineno, contiene también ácido málico, ácidos fenólicos, hesperidina, flavonoides, principios amargos como la marrubiína y taninos.

Destaca por su poder expectorante, mucolítico, antitusivo y antiséptico, pero se comporta también como aperitivo, digestivo, carminativo, vermífugo, antiespasmódico y venotónico.


El hisopo se destina principalmente a aliviar las diferentes afecciones que afectan al tronco respiratorio, desde simples resfriados a procesos gripales, faringitis, bronquitis, sinusitis, alergias respiratorias con rinitis y procesos asmáticos leves. Fluidifica las secreciones, favoreciendo la expectoración, ayuda a reblandecer la tos y elimina los focos de infección. En los herbolarios, se recomienda también a personas fumadoras, con bronquitis crónicas y a personas alérgicas por el polen o los ácaros.


Los preparados con hisopo se recomiendan igualmente para estimular la circulación sanguínea y se destinan al tratamiento de varices y flebitis, combinado con plantas que refuercen su acción como el rusco o la vid roja.

Se ha incorporado en formulaciones para el control de la tensión sanguínea, asociado a espino albar y valeriana, entre otras.


Como otras plantas de su familia, las labiadas, también el hisopo se ha usado de forma tradicional como bálsamo digestivo, para mediar en indisposiciones estomacales, digestiones pesadas, hinchazón abdominal, presencia de gases y flatulencias, o bien para recuperar el apetito tras un episodio de enfermedad o debilidad. En los pueblos de montaña era costumbre valerse de esta mata, en decocciones densas de la misma, para tratar de facilitar la expulsión de oxiuros y otros parásitos intestinales.


Por vía externa, el hisopo se muestra como astringente, antiséptico y cicatrizante, y se empela como desinfectante natural de heridas, sobre úlceras de la piel y quemaduras leves, en forma de lavados, baños y compresas frías.


Cómo se toma


La forma más usual es la infusión, simple o mezclada con otras plantas. Tiene un sabor agradable, aunque algo intenso, que no complace a todos. Se precisan unos 30 g por cada litro de agua, y se deben tomar hasta 3 tazas al día.

En los herbolarios, se encuentra asimismo jarabe de hisopo, para tratar las afecciones respiratorias (hasta 60 g al día, en tres o cuatro tomas), en extracto líquido (50 gotas al día, en tres dosis, con agua o zumo de cítricos) y en cápsulas de 50 mg. (1 a 3 al día).

El aceite esencial puro, sólo por vía tópica, para el baño o en ligero masaje, para aliviar problemas respiratorios o digestivos.

La infusión, aplicada en baños, friegas o para empapar compresas frías sobre heridas y quemaduras, y el oleato de hisopo, o su maceración en alcohol de 90º, para aliviar dolores musculares y reumáticos.

 


Precauciones con el hisopo


La principal y casi única alerta con el hisopo atañe a su aceite esencial. En dosis altas puede provocar convulsiones y conatos epilépticos. Los especialistas recomiendan evitarlo por vía oral. Por vía externa puede provocar reacción en personas alérgicas, con dermatitis y picores. Como otras plantas balsámicas, su consumo continuado puede provocar irritación gástrica en determinadas personas, por ello se recomienda asociar a plantas mucilaginosas como la malva o el llantén.


Fórmula para las alergias respiratorias, con rinitis y ataques de tos

Es una combinación muy equilibrada, que incluye plantas con propiedades expectorantes, mucolíticas, antialergénicas, antiinflamatorias y antisépticas.

Ingredientes: Sumidades de hisopo, brotes de pino silvestre, sumidades de perpetua, raíz y flores de malvavisco y raíz de regaliz. Una cucharada sopera colmada de la mezcla por cada taza de agua.

Preparación: Se hierve 3 minutos, se deja en reposo, tapado, unos 10 minutos más y se cuela. Se le puede añadir miel de tomillo o azahar para realzar el sabor.

Dosis: Dos o tres tazas al día, moderadamente calientes.



Hisopo en la cocina  


El hisopo, como la salvia o el tomillo, es una valorada planta aromática, que se incluye entre las hierbas provenzales. Tiene un aroma alcanforado, penetrante, algo picante y herbáceo. Se emplea en cocina –la planta fresca- para sazonar guisos de pescado, pero también para aromatizar platos de pasta, sopas y menestras. Combina bien con huevos, verduras y pescados cocidos al vapor. Macerado en aceite se usa como aliño de ensaladas y verduras. También se emplea para aromatizar vinagres y para elaborar licores de hierbas. Se debe utilizar la planta fresca, pues ya seca pierde parte de su fragancia. Cualquiera la puede cultivar en su jardín o en el balcón de casa, se multiplica por esquejes, pero también por semillas. Es muy resistente a sequías y heladas.


Texto: Jordi Cebrian

Publicado en Cuerpomente

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